Sabré amarme cada vez;
tal vez sea la única salvación
en este desorden.
Las grietas del sufrimiento
refuerzan su avance,
abren las piernas de tu cansada inocencia,
incendian el desborde de palabras
que envejece en tu garganta.
No hay muros contra la desgracia
pero tal vez... Sí, tal vez
las paredes destrozadas son más firmes
cuando fundimos llorando los escombros.
Las escaleras no existen
si no las construimos sangrando.
Ascenderás trepando sobre tus versiones muertas
hasta partir el cielo con la mirada.
¿De qué sirve el dolor si no nos hace más fuertes?