Tenemos miedo y lo sabemos.
Todo el futuro nos acecha,
nos va llevando por delante,
no nos deja levantarnos.
Tenemos deberes a cuestas,
obligaciones que podrían destruirnos
y este tiempo que se cobra cada aliento.
No luchamos contra lo inevitable:
lo asumimos
pero nada es fácil.
Vivimos apostando la realidad entera
y vamos a perder muchas veces.