Estaba cansado de odiar el mundo
y decidí reírme,
festejar el despropósito,
porque ¿qué es el odio
sino una interminable acumulación de sufrimiento?
Vengan, fanáticos, haters, fundamentalistas,
hijos del desprecio infinito.
Vuelquen en mis oídos la más exquisita colección de infamias,
vacíen su vileza en mi abrazo sincero,
asónmbrenme con una muestra de fascismo
capaz de horrorizar a Hitler,
desprécienme como si me importara.
No descarto a nadie, no espero piedad.
Mi única defensa es la risa,
esta espada sin filo
cansada ya de vencer a la muerte.
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